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IA y educación en Bolivia: la oportunidad está en la mentalidad

  • Foto del escritor: Bruno Ayllón
    Bruno Ayllón
  • 29 jul
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 31 jul

Robot y humano dándose la mano
IA y educación, ¿por dónde empezamos?

La inteligencia artificial está reconfigurando el mundo a una velocidad que a veces asusta. Cada día aparece algo nuevo. Herramientas que automatizan procesos, crean contenido, desarrollan productos, traducen idiomas o directamente programan una web en minutos. Lo que antes parecía ciencia ficción ahora está al alcance de cualquier persona con un teléfono en la mano.

Y eso es lo que más me emociona: que por primera vez podamos construir lo que imaginamos sin depender de grandes equipos técnicos ni presupuestos inalcanzables. Que un profesor en Sucre o una estudiante en El Alto puedan crear su propio asistente, prototipar una solución o explorar un tema a profundidad, con herramientas accesibles y hechas a la medida.

Pero también me inquieta. Me inquieta la velocidad, la brecha que se agranda, el riesgo de quedarnos atrás como país mientras otros ya están trazando estrategias nacionales para introducir machine learning en la escuela primaria. Me preocupa que mientras en campaña electoral se discuten de más propuestas extractivistas para paliar la crisis económica, ni siquiera estemos hablando de que la educación debería ser ese cambio de paradigma para el desarrollo del país. Pero no. Seguimos pensando en que el litio será la respuesta a todo. 

Desde catalytic-A participamos en el “Global South Network for AI in Education”, donde compartimos visiones con al menos otros 7 países de Asia y África y vemos el avance que estos países están teniendo en esta área. Bolivia aún no tiene estrategia, ni camino trazado. Lo que sí tenemos es una oportunidad única de hacer el leapfrog (avance rápido y significativo, saltando etapas que otros actores tuvieron que pasar para llegar a ese desarrollo). Pero para aprovecharla, necesitamos más que acceso a tecnología: necesitamos un cambio de mentalidad.

No es que no usemos IA. Es que no estamos decidiendo cómo usarla.

En Bolivia no hay una conversación estructurada sobre IA y educación. Hay curiosidad, sí. Hay uso, claro. Pero seguimos siendo consumidores/as de herramientas diseñadas para otros contextos, sin una visión propia. Y eso es peligroso. Porque si no diseñamos desde nuestras realidades, lo que puede ser una herramienta liberadora puede convertirse en una máquina que reproduce sesgos, desigualdades y exclusión.

Lo he visto de cerca: hoy destacan startups nuevas como Llamita.AI o Suyana, impulsadas por bolivianos/as que estudiaron afuera y volvieron a emprender con tecnología, muestran que hay talento y voluntad (incluso yo mismo tuve esa oportunidad, por eso sé de lo que estoy hablando). Pero siguen siendo excepciones. Y mientras dependamos del privilegio de haber salido del país para tener acceso a lo último en innovación y en especial a ese cambio de chip, de mentalidad (el famoso mindset), no vamos a cerrar las brechas. Al contrario, estas se van a profundizar.

El problema no es solo técnico. Es mental.

Hay miedo, desconfianza, indiferencia. Frases como "la IA va a quitar empleos" o "esto no es para mí" se repiten más de lo que quisiéramos. Y no es culpa de las personas. Es el resultado de décadas de un sistema educativo que penaliza el error, desalienta la curiosidad y premia la obediencia.

Por eso, hablar de IA en educación no es hablar de robots en el aula. Es hablar de cómo cultivamos mentalidades abiertas, críticas, capaces de adaptarse y aprender continuamente. Es repensar qué entendemos por “aprender”, y con qué propósito enseñamos.

IA y educación en Bolivia, ¿por dónde empezamos?

No tenemos todas las respuestas, ni pretendemos tenerlas. Pero sí creemos que hay decisiones urgentes que podemos tomar ya:

  • Formar docentes desde la experiencia, no desde la imposición de plataformas.

  • Desarrollar pilotos locales que permitan experimentar, equivocarse y aprender.

  • Crear contenidos multilingües, accesibles, culturalmente relevantes.

  • Aliarnos con el sector privado, la academia y la sociedad civil para construir una estrategia nacional de IA con enfoque people-first.

A veces siento que ni siquiera yo entiendo del todo cómo usar la IA. Todo cambia tan rápido que es fácil sentirse fuera de ritmo. Pero en lugar de paralizarme, prefiero aprender, preguntar, explorar. Eso funciona a nivel personal. Un país, en cambio, necesita estructura, estrategia y voluntad política.

La oportunidad no está solo en la tecnología. Está en la mentalidad.

La IA puede ser una herramienta para democratizar el conocimiento, para crear nuevas formas de aprender, para cerrar brechas históricas. Pero solo si ponemos a las personas en el centro. Solo si entendemos que innovar no es adoptar lo nuevo, sino preguntarnos con honestidad: ¿esto que hacemos, está ayudando a crecer, a cuidar, a construir bienestar?

La tecnología va a seguir avanzando. La pregunta es si queremos usarla para transformar nuestra educación o seguir esperando a que alguien más lo haga por nosotros/as.



Bruno Ayllón

CFO y co-fundador de catalytic-A

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